Maria Alejandra

 

María Alejandra

María Alejandra había llegado a la casa de los Hidalgo hace ya un mes, aun extrañaba su pueblo, cálido y pintoresco, le hacía mucha falta sus callecitas, aunque polvorientas, siempre le conducían a la casa de las personas que amaba, no eran de su misma sangre, pero había crecido con ellos, era la niña que habían adoptado todos en el pueblo.

En cambio Pasto era una ciudad muy fría, lejos de su natal Zarzal, aún así, estaba agradecida de haber encontrado sus parientes, mas bien de que ellos la hubieran encontrado a ella. Solo tenia 15 añitos y aún le costaba entender la razón de haberse quedado huérfana tan pequeñita, cuando no había cumplido ni siquiera 5 años.

Stella, la esposa de su tío Enrique era una mujer educada, amable y hasta cariñosa con ella y ni que hablar de sus primas Sofía y Daniela, en esos pocos días de su estancia en el hogar de sus parientes, habían demostrado ser muy divertidas. Sofía era mayor que ella solo con un año, era muy seria y estudiosa, Daniela apenas tenía 11 años, era muy picara y consentida, pero las dos eran muy buenas.

Le faltaba conocer al hijo mayor de sus tíos, al parecer se encontraba en Australia de intercambio estudiando Inglés, se había ido por dos años, aun llevaba uno y vendría de vacaciones para medio año. Sus primas estaban muy emocionadas por la venida de su hermano mayor, le contaban que tenían mucha suerte, pues era el mejor de los hermanos en el mundo, y contaban los días para que llegara, pues se imaginaban que les traería muchos regalos, pues además de ser muy guapo, era muy generoso y tenía muy buen gusto.

María Alejandra era hija de un primo de Enrique que se había ido de Pasto al Valle del Cauca muy joven buscando vida, sus padres habían muerto después de un año de su partida, entonces el no quiso volver a Pasto. Ernesto se había vuelto comerciante y le había ido muy bien, es por eso que había decidido formar una familia Junto a Julia, una mujer hermosa que había conquistado su corazón, además le había dado la alegría más grande de su vida, que era el de ser padre; pero trágicamente cuando la niña tenía cuatro años, se habían convertido en dos personas más, victimas de la violencia de este país. Desde entonces alguien había rescatado a la pequeña Alejita y se la había llevado a un pueblito cercano llamado Zarzal, un pueblo de gente muy buena que se habían encargado de cuidarla y no hacerle faltar todo el cariño que se le puede dar a una creatura tan dulce como era la pequeña.

Por cosas del destino Julia que era con quién vivía María Alejandra en el pueblo, se había puesto a investigar en redes y  por casualidad se encontró conque Enrique estaba buscando a la hija de su primo Ernesto y así pudo contactarlo, para decirle que ella la había criado a la niña.


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